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Las series animadas LGBTIQ+ dan un salto, pero es aún insuficiente para romper el “techo de cristal”

09/08/2019 - 12:01 am

¿Cómo ha evolucionado la situación queer en los productos audiovisuales destinados a los más jóvenes? Aunque la televisión empieza a reflejar la realidad, el cine se queda atrás; mientras que Steven Universe ha demostrado que la inclusividad no está reñida con la calidad, en Pixar permanecen anclados en representaciones heteronormativas de las relaciones personales y de la identidad de género.

Por Elena Crimental

Madrid, 09 de agosto (ElDiario.es).- Las reivindicaciones del Orgullo nos ofrecen una excusa ideal para estudiar la decadente representación que todavía tiene el colectivo en cine y televisión. Si el año pasado repasábamos los tópicos eternos que todavía permanecen en los productos audiovisuales, en esta ocasión nos centramos en el ámbito de lo juvenil. En concreto, en el terreno de la animación, que parece que por fin ha comenzado a dar los primeros pasos hacia la inclusividad.

Antes, es interesante ver el informe de 2019 de la Asociación Gay y Lésbica contra la Difamación (GLAAD), que afirma que la situación ha mejorado ligeramente respecto al año anterior. Sigue siendo insuficiente, pero estrenos juveniles como la rom-com Con amor, Simón (2018) demuestran que hay clichés que comienzan, si no a romperse, sí a estirarse lo suficiente como para dar cabida a otros matices de estas realidades. Sin embargo, aunque en los productos adolescentes el porcentaje queer haya aumentado, no sucede lo mismo en los trabajos familiares.

ANTES DE LAS GEMAS FUERON LAS SEILOR SENSHI

Michiru Kaiou (Sailor Neptuno) y Haruka Tenou (Sailor Urano). Foto: Especial

Es innegable que Steven Universe (2013-2019) se ha convertido en un absoluto referente en cuanto a diversidad y visibilidad del colectivo. Pero la serie es muy consciente de que antes de sus Gemas de Cristal ya existían otros precedentes LGBT+, pues homenajea y alude a iconos como Sailor Moon (1992-1997). El anime inspirado en el manga de Naoko Takeuchi juega constantemente con la bisexualidad de sus protagonistas, a la vez que incluye multitud de secundarios cuyo género no queda claro, que están en relaciones homosexuales y/o que abrazan estéticas y manierismos muy asociados a lo queer. El mayor ejemplo de icono generacional de las Sailor Shenshi está formado por la andrógina Urano y la elegante Neptuno, una pareja canónica que en el doblaje de Estados Unidos se convirtieron en primas para proteger a los niños del lesbianismo. Porque todos sabemos que el incesto es algo mucho menos problemático que la homosexualidad, ¿verdad?

Y es que Japón, más allá de lo que pueda parecer de entrada, cuenta con diversos referentes LGBT+ entre sus animes juveniles más conocidos. Es el caso de Revolutionary Girl Utena (1997), Cardcaptor Sakura (1996-2000) o Puella Magi Madoka Magica (2011). Si nos alejamos del shōjo y las magical girl, encontramos ejemplos recientes en Ataque a los Titanes (2009-) o Yuri on Ice (2016-), entre otras. Y, volviendo atrás en el tiempo, nos topamos con Neon Genesis Evangelion (1995-1996) -y la reavivación de su polémica traducción tras su llegada a Netflix– y Shin-Chan (1992-), que dentro de su tono paródico y en ocasiones problemático, cuenta con personajes que desafían el concepto de masculinidad hegemónica desde la irreverencia, algo similar a lo que ocurre con los personajes que habitan el Reino Kamabakka en One Piece (1997-).

Viktor y Yuri, enamorados en el hielo, en Yuri On Ice. Foto: Especial

Sin embargo, la mayoría de estos casos se siguen centrando en la orientación sexual más que en la identidad de género. A pesar de todo, aparecen personajes abiertamente trans en Hourou Musuko (2011) y Paradise Kiss (2005), o no binarios, como Ed en Cowboy Bebop (1997) y teóricamente Haruhi Fujioka en Ouran High School Host Club (2006). Además, esta ambigüedad de género se ha tratado con frecuencia desde los orígenes del anime, pues el tema ya aparece en Princess Knight (1967-1968) y La Rosa de Versalles (1979-1980), que también incluye protagonistas bisexuales.

EMPODERAMIENTO FEMENINO QUEER

De acuerdo, en el anime el colectivo LGBT+ ha tenido una cierta presencia. Escasa si estudiamos los porcentajes, aunque en gran medida icónica. E, inicialmente, más centrada en el homoerotismo que en una búsqueda consciente de una representación adecuada. Pero, ¿qué sucede en occidente? Aquí, estos personajes han tenido un rol mucho más anecdótico.

El desvelador final de La leyenda de Korra. Foto: Especial

Si buceamos en sus inicios, cuesta dar con verdaderos protagonistas queer. Por mucho que el creador de Gárgolas (1994-1997) asegure que Lexington es gay, la serie no lo muestra en ningún momento, algo que también sucede con Eugene Horowitz en ¡Oye, Arnold! (1996-2004). Hasta bien entrada la década de 2010 no empiezan los primeros atisbos de cambio, aparte de lo visto en la animación para adultos y de algún personaje secundario, como los que aparecen en La Joven Liga de la Justicia (2010-), la francesa Les Crumpets (2013-) o Doctora Juguetes (2012-), donde muestran en un capítulo una pareja de muñecas que ha adoptado dos niñas. Los matrimonios homosexuales serán una constante cada vez más frecuente, como demuestran Clarence (2014-2018), Una casa de locos (2016) o El príncipe dragón (2018-), pero la presencia de estos progenitores sigue siendo más bien secundaria.

Seguramente La leyenda de Korra (2012-2014) sea el punto de inflexión. La serie de Nickelodeon comenzó sus andaduras como una continuación de la exitosa Avatar: La leyenda de Aang (2005-2008), en la que seguimos a la testadura Korra. En su viaje conoce a Asami, con quien tiene ciertos roces al principio, pues ambas se enamoran del mismo chico. Con el paso de las temporadas, su relación se estrecha hasta el punto de que algunos seguidores empiezan a especular con un posible romance entre las amigas. Sin embargo, aunque las pruebas fuesen obvias, muchos fans no confiaban en que la cadena se atreviera a dar el paso. Finalmente, el romance se evidenciaba en el último capítulo. Como sucede en estos casos, hubo quien se negó a aceptarlo debido a su sutileza, por lo que los creadores Michael Dante DiMartino y Bryan Konietzko tuvieron que confirmar que las protagonistas estaban enamoradas y en una relación, aspecto en el que se ha profundizado luego en los cómics.

Marionetas and chill con la Dulce Princesa y Marceline. Foto: Especial

Este patrón se seguirá repitiendo. Así, en la final de Gravity Falls (2012-2016), los policías por fin se confiesan su amor mutuo, de la misma manera que la relación entre la vampiresa Marceline y la Princesa Chicle queda canonizada en el último capítulo de Hora de aventuras (2010-2018), haciendo explícito aquello que era necesario evidenciar de cara a los espectadores que se negaban a aceptar una realidad que siempre estuvo ahí.

Entroncando con la serie de Pendleton Ward, es el momento de hablar de Steven Universe (2013-2018), una ficción creada por Rebecca Sugar cuando decidió empezar su propio proyecto para hacer aquellas cosas que en Hora de Aventuras le estaban vetadas. De esta forma se encargó de la primera serie de Cartoon Network no creada por un hombre, ya que Rebecca es una persona binaria. En este trabajo busca reflejar su propia realidad. Habla del amor, la amistad y la tolerancia. Y es un canto a aceptarse a uno mismo y a la diversidad. Hasta tal punto es directa en los temas que trata que ha llegado a ser censurada.

La esperadísima boda entre Rubí y Zafiro, oficiada por Steven. Foto: Especial

Las Gemas, sus protagonistas alienígenas, no tienen género binario asignado, aunque usen pronombres femeninos. La fusión entre dos o más Gemas se convierte en una metáfora de las relaciones personales, de la importancia del respeto mutuo, del consentimiento y de la intimidad. Desde la falta de prejuicios y la naturalidad con la que trata estos temas, Steven Universe logra como ninguna otra serie juvenil normalizar la situación del colectivo LGBT+, gracias también a una representación variada y cuidada. Además, constantemente lucha contra los estereotipos de género. E incluye la primera pareja lésbica protagonista en una ficción infantil, así como la primera boda queer, que se produce en uno de los capítulos más emotivos.

Se ha celebrado un matrimonio gay en Arthur (1996-), hemos visto a una joven bisexual con peso en la trama de Star contra las fuerzas del mal (2015-2019) -serie que también incluye el primer beso homosexual visto en una serie infantil, aunque sea de fondo- y un amplio abanico de personajes que desafían los clichés de género en She-Ra y las princesas del poder (2018-), cuya segunda temporada además nos presentó a los padres -ambos hombres- de Bow. La serie de Noelle Stevenson adapta el ochentero concepto original a nuestra época: rediseños que nos permiten disfrutar de personajes racializados y cuerpos no-normativos (es decir, no pensados para el disfrute del varón hetero medio) y una gran representación LGBT+, tanto explícita como implícita.

She-Ra y el poder del arcoíris. Foto: Especial

Cambios todavía pequeños, pero sin duda significativos y cada vez mayores. Y que, en gran parte, están liderados por mujeres pertenecientes al colectivo; tanto las ficticias que se convierten en iconos a seguir por sus jóvenes fans como las creadoras reales que están detrás de estos personajes, autoras que alzan sus voces para que su realidad por fin tenga el espacio que merece en la pantalla.

EL CINE, LA BURBUJA DE DISNEY, Y POR QUÉ ELSA NO TENDRÁ NOVIA A CORTO PLAZO

Está claro que la ficción televisiva ha sufrido un cambio, virando hacia unos personajes y tramas menos excluyentes. Por desgracia, no puede decirse lo mismo del cine. En la pantalla, la visibilidad queer todavía es muy escasa en general, pero particularmente en productos de animación destinados al público infantil. Para muestra, un botón: Disney, el gigante del entretenimiento que cada día está más cerca de absorberlo todo, no ha tenido ninguna película inclusiva en 2018 según GLAAD.

Elsa en Frozen. Foto: Especial

Por mucho que los fans interpretan que determinados personajes de la compañía pertenecen a la comunidad por cómo están codificados -especialmente los villanos-, la realidad es diferente. Los únicos momentos LGBT+ oficiales que aparecen son sutiles y están en segundo plano, como para que puedas pensar que has visto mal, como para que puedas perdértelos con un parpadeo. Es el caso de Oaken, el dueño de la tienda que visitan Anna y Kristoff en Frozen (2013), cuyo marido e hijos le saludan desde la sauna en una secuencia que dura unos segundos. O de la pareja de mujeres que aparece brevemente en Buscando a Dory (2016).

Si nos vamos a otros estudios, la situación no mejora demasiado. ParaNorman (2012) tiene el primer personaje gay en una cinta de estas características, pero Mitch se limitaba únicamente a mencionar a su novio. Y en 2014, Cómo entrenar a tu dragón 2 dejaba caer de manera ambigua que Gobber es gay, como confirmó el director de la cinta, Dean Deblois, que también es homosexual. En 2016 encontramos las distintas parejas LGBT+ que aparecen en Cigüeñas de fondo y sin importancia en la trama. Pocos ejemplos se acercan a una buena representación, como la del exitoso corto In a Heartbeat (2017).

Un tierno romance entre dos niños, protagonista de In a Heartbeat. Foto: Especial

Por mucho que Mérida en Brave (2012) se niega a casarse y no da muestras de estar interesada en ningún tipo de relación o que se pueda interpretar la letra de Let it Go como un deseo de aceptación de la propia orientación sexual, no es suficiente. Por eso, aunque los fans sigan pidiendo que Elsa tenga una novia, no parece que vaya a suceder próximamente.

LOS CÓMICS COMO FORTALEZA LGBT+

Si la representación queer todavía es decadente en la industria audiovisual, lo es con especial énfasis en los productos destinados hacia los más jóvenes. La situación progresa, más lento de lo deseable, pero sin freno. Además, por suerte queda un último bastión en el que refugiarse.

No es animación en sentido estricto, pero el mundo de las viñetas y el audiovisual están muy relacionados. Mientras que multitud de libros ilustrados infantiles han incluido personajes y temáticas LGBT+, los cómics no se han quedado atrás. Seguramente sea uno de los medios más diversos e inclusivos al respecto. Los superhéroes, en especial los X-Men, hace años que están fuera del armario. Pero esta representación se ha ido ampliando y aumentado. Además, hay un boom de historias destinadas a los más jóvenes que giran en torno a sensibilidades queer: Leñadoras (2016-), Princess Princess Ever After (2016), Moonstruck (2018-), El niño brujo (2018) o el multipremiado El príncipe y la modista (2018) son solo algunos ejemplos.

No queda duda de que algo está cambiando. Las ficciones audiovisuales familiares y juveniles están dando cada vez más pasos hacia la diversidad, acercándose a un reflejo más fidedigno de nuestra realidad. El camino por recorrer todavía es largo. Y lo analizado evidencia que muchos de estos ejemplos no son canon desde el principio, o son tan sutiles que resulta fácil pasarlos por alto. Además, hay una brecha abrumadora entre cine y televisión que debería empezar a cerrarse.

Katie O’Neill nos demuestra que hay distintas maneras de ser una princesa. Foto: Especial

Por último, otro dato a destacar es que hay un porcentaje más alto de personajes LGBT+ en ficciones creadas por mujeres o dirigidas a un público mayoritariamente femenino. Es posible que esto se deba, por un lado, a que se le presta menos atención a estos productos debido a su target y, por otro, a que ya que las creadoras son discriminadas por su género y deben romper este techo de cristal, es más fácil que en sus obras se atrevan también a enfrentarse otras barreras. Ojalá cada día sean menos los impedimentos y joyas como Steven Universe dejen de ser una rareza para convertirse en la norma cuando hablamos de inclusión. Es absurdo seguir haciendo como que este porcentaje de la población no existe. Los niños lo saben, y ellos también quieren sentirse identificados con los personajes que protagonizan las ficciones que consumen.

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